martes, 6 de febrero de 2007

Voyeur



No eres observador. Más bien te gusta mirar porque mirar te excita.
Pero no miras a la gente a los ojos ni tampoco su cómico andar desde el cuarto piso del condominio en el que vives. Eres discreto, más que un espía. Tu aliado es la penumbra de una habitación que guarda tus más vergonzosos secretos.
Desde lo alto, binoculares acercan a tus ojos el túnel misterioso que se abre entre los pechos de las mujeres. Pero eso tan sólo es para perder el tiempo, mientras esperas a que llegue Joaquín de la escuela.
Él no sabe que tú lo sabes, pero más vergüenza te daría a ti que supiera lo que haces, y peor aún si se enterara del orificio que hiciste en la pared de su cuarto al darte cuenta que había crecido. Acertaste. Acertaste al decirle a tu esposa que su comportamiento era extraño. Pero prefieres callar y mirar a Joaquín y a su mejor amigo, los que creen engañarte cuando dicen que harán la tarea, pero se encierran para sostener relaciones sexuales. Sí, ahí, en el cuarto que un día tú decoraste con soldados y aviones para tu único hijo.

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